Sordera
Es útil saber que el sonido se mide por su volumen o intensidad (se mide por unidades llamadas decibelios, dB) y su frecuencia o intensidad (se mide en unidades llamadas hertzios, Hz). Los impedimentos del oido pueden ocurrir en cualquiera o ambas areas, y pueden existir en un solo oido o en ambos oidos. La perdida de la capacidad auditiva generalmente se describe como leve, benigna, moderada, severa o profunda, dependiendo de lo bien que una persona pueda escuchar las intensidades o frecuencias mayormente asociadas con el lenguaje. Generalmente, solo los niños cuya perdida de la capacidad auditiva es mayor a 90 decibelios (dB) son considerados sordos para los propósitos de la ubicación escolar.
Hay cuatro tipos de pérdida de la capacidad auditiva. Las pérdidas de la capacidad auditiva conductivas son causadas por enfermedades u obstrucciones en el oido exterior o medio (las vias de conduccion a traves de las cuales el sonido llega al oido interior). Las perdidas de la capacidad auditiva conductivas usualmente afectan todas las frecuencias del oido uniformemente y no resultan en pérdidas severas. Una persona con una pérdida de la capacidad auditiva conductiva bien puede usar dispositivos acusticos (o aparatos para sordos) o puede ser ayudada por medicos o intervenciones quirurgicas.
Las pérdidas de la capacidad auditiva sensorioneurales resultan de dano a las delicadas celulas capilares sensoriales del oido interno o a los nervios que lo abastecen. Estas pérdidas de la capacidad auditiva pueden abarcar desde perdidas leves a profundas. A menudo afectan la habilidad de la persona para escuchar ciertas frecuencias mas que otras. Por lo tanto, aun con amplificacion para aumentar el nivel del sonido, una persona con pérdida de la capacidad auditiva de tipo sensorioneural puede percibir los sonidos distorcionados, que a veces hacen imposible el uso de dispositivos acusticos.
Las pérdidas de la capacidad auditiva mixtas se refieren a una combinación de pérdidas conductivas y sensorioneurales y significa que ocurre un problema tanto en el oido externo, o medio y el oido interno. Una pérdida de la capacidad auditiva central resulta de daño o impedimento a los nervios o nucleo del sistema nervioso central, ya sea en las vias al cerebro o en el mismo cerebro.
Libre en aguas

Estar chapoteando con toda libertad y extendiendo las plumas secar, en centro de agua, flotando en un inmenso mar, viajar al camino de la razon y de la verdad, sin egoismo e hipocresia de la sociedad.
SORDERA:Según esta primera perspectiva, la sordera se puede dividir en dos tipos: la prelocutiva y la postlocutiva, dependiendo de si se ha producido antes o después de adquirir la concepción abstracta del lenguaje oral en la estructuras cerebrales, normalmente en torno a los 3 años de edad. No obstante, las personas que son sordas desde muy pequeños se expresan de forma natural con una lengua de signos, al desaparecer el canal auditivo como medio de comunicación humana, quedando únicamente disponible el canal visual.
La sordera prelocutiva es menos común, condiciona la comprensión de las estructuras sintácticas del lenguaje oral, afecta en la dificultad de su correcta pronunciación, así como en el correcto entendimiento de diferentes figuras de la prosa o verso en el lenguaje oral, como la ironía, sobre todo aquellos que se captan por una modulación tonal de la voz que, al no oír, no son capaces de comprender. No obstante, la gran mayoría de esos problemas se pueden subsanar con una educación bilingue (lengua oral y lengua signada) desde una edad temprana.
La sordera postlocutiva es más corriente, y los problemas son similares de la sordera prelocutiva, con la diferencia de que la persona ya adquirió la concepción abstracta del lenguaje oral aunque, dependiendo de la edad, tiende a predominar el uso de una lengua de signos.
Gracias Bonita

Gracias bonita, por ser asi de preciosa, con ese colorido y esplendor que tienes, que cada mañana una lagrima recorre por tus manos, para llegar hasta las mias.
Correspondencia
13.-10 PM. Me levanté a las 3 PM. Llovía, hacía mucho frío y me quedé en cama leyendo. Después, he trabajado y sólo la noche me queda, como ayer, para conversar contigo.
Tengo mucho que decirte, Manuel, mucho. Pero son cosas que se secan al pasar a la palabra.
Me dices ingenuamente: "Dame la dicha, dámela; tú puedes dármela". Y conmovida hasta la tortura, yo miro en mí y veo con una claridad perfecta, que yo no podré dártela, Manuel. Amor, mucho amor; ternura, ternura inmensa como nadie, nadie, la recibió de mí; pero ni ese amor ni esa ternura te darán felicidad, porque tú no podrás quererme. ¡Si lo sabré yo, si lo habré comprendido bien! Este es el punto que tú evitas tratar y es el único que debiéramos tratar, porque es "el único que importa". Tú no serás capaz (interrógate a ti mismo) de querer a una mujer fea. Hoy, ayer, varios días, desde que mi viaje se ha decidido, vivo pensando en nuestro encuentro. Y me voy convenciendo de que va a ser él la amargura más grande de mi vida. Tú eres bondadoso, y querrás dejar ver el golpe, y (eso será lo peor) me hablarás con cariño. Tal vez llegarás a besarme, para engañarte más que para engañarme. He observado que hay en ti un gran deseo de engañarte, de creerte enamorado, de gritarte conmovido. Quieres conmigo aturdirte como con un mal aguardiente, para olvidar; no me alegues; ¿qué puedes alegar? Todo lo que dices, tu acariciar y tu emocionarte hasta lo más hondo es por lo que tú crees que soy yo.
¡Si fuera posible evitarte y evitarme el sufrimiento que, seguramente, te va a sangrar y me va a sangrar en ese encuentro! Pero, no hay remedio. Los dos lo queremos, los dos lo llamamos con desesperación. Yo lo querría mañana mismo. Porque te quiero más cada día y porque tampoco es posible que tú estés en el ridículo de una situación así: viviendo para un absurdo y por un absurdo.
Esto crece, y me da miedo ver cómo me estás llenando la vida. Todo me lo has barrido; los menudos cariños por las niñas, hasta por las gentes que viven conmigo, se apagan. No tengo tibieza de brazos, palabras afectuosas y actitud de amor sino para ti. Y hay todavía tres meses de espera; tres meses de quimera para ti y robustecimiento para mí de una cosa que, seguramente, tú mismo me pedirás que arranque. Te aseguro que no me parece ya un juego ni algo sin peligro. Me da miedo. ¿Qué hacer? No hay remedio. ¿Para qué hablar, fantasear contando con el futuro, si estamos edificando sobre una locura? Y no hay remedio. Alguna vez he pensado en mandarte un retrato mío en que esté parecida (porque el que tú conoces es muy otro) ¡pero eso es ineficaz! Tu imaginación siempre pondría luz en los ojos, gracia en la boca. Y algo más: lo que más ha de disgustarse en mí, eso que la gente llama el modo de una persona, no se ve en un retrato. Soy seca, soy dura y soy cortante. El amor me hará otra contigo, pero no podrá rehacerme del todo. Además, tardo mucho en cobrar familiaridad con las personas. Este dato te dirá mucho: no tuteo absolutamente a nadie. Ni a los niños. Y esto no por dulzura, sino por frialdad, por la lejanía que hay entre los seres y mi corazón. ¿Conseguirán tus ojos aquel día mostrarme tu alma de modo que la confianza brote en el acto y eche los brazos al cuello en la realidad como te los echo en la imaginación? No, porque tus ojos, leales a tu alma, no tendrán luz de amor en aquel momento. Tú no podrás quererme, Manuel. Esto me lo he dicho mil veces hoy día. Mira, el Dmgo. ppdo. cuando ese hombre me hablaba de su simpatía por mí le oía con rabia como se oye a un embustero. Eso fuera de la irritación que da el que alguien le hable de ternura cuando se tiene llena el alma de ella, pero para otro. Y eso que ese hombre quizás pueda querer a una mujer fea, porque él no es lo que eres tú físicamente ni lo que eres como refinamiento de espíritu. No hay quién me convenza hoy a mí de que puede quererme. Sólo un idiota. Dime la verdad, Manuel. ¿Tan grande es la ceguera que tú mismo te has dado que nunca has pensado en lo que puede resultar de nuestro encuentro? Dime la verdad: ¿no te ha atormentado este pensamiento como me atormenta a mí? ¿Serás capaz, te dejará la bondad ser honrado para no tocarme, para no decirme una palabra más de cariño, después del desengaño?
Perdóname, pero yo no te creo capaz de esta generosidad, por lo mismo que tú ya conoces de antemano el efecto que hará en mí. No discutamos los modos de amarnos; hablemos de esto que es lo inmediato y lo esencial: Tú ¿me querrás fea? Tú ¿me querrás antipática? Tú ¿me querrás como soy? Te lo pregunto y veo luego que no puedes contestarme. Como un niño me hablas, con toda la ingenuidad de un niño y me dirás: Sí. Te siento niño en muchas cosas y eso me acrece más la ternura. Mi niño, así te he dicho hoy todo el día y me ha sabido a más amor la palabra que otras. Esta ternura mía es cosa bien extraña. No fui nunca así para nadie. El amor es otra cosa que esta ternura. El amor es más pasional y lo exaltan imaginaciones sensuales. Me exaltan a mí sobre todo tus palabras doloridas y tiernas "desviadas un poco del ardor carnal". Quizás tu mirada me conmueva más que abrazo; quizás me dé tu mirar la embriaguez que los demás arrancan de caricias más íntimas. ¡Niño mío! Yo no sé si mis manos han olvidado o no han sabido nunca acariciar; yo no sé si todo lo que te tengo aquí adentro se hará signo material cuando esté contigo, si te besaré hasta fatigarme la boca, como lo deseo, si te miraré hasta morirme de amor, como te miro en la imaginación. No sé si ese miedo del ridículo que mata en mí muchas acciones bellas y que me apaga muchas palabras de cariño que tú no ves escritas, me dejará quietas las manos y la boca y gris la mirada ese día. ¡Ese día! Si voy a sufrir mucho ¿no será preferible evitarlo, Manuel? Pero es necesario. Te prometo procurar que estemos solos. Sería padecer más si fuera delante de otros. No te escribo más, aunque quisiera seguir. ¿Por qué? Porque esta carta me ha hecho sufrir más que otra alguna. Es terrible esta situación. ¿Serás capaz de quererme después de haberme visto? Como un heroísmo talvez. Pero yo no admitiría heroísmos de esa especie.
Tuya, tuya, completa, inmensamente.
L
Cuando me mandes un certificado, previéneme. Y pon la carta no tan a la vista. Pega dos hojas. ¿Por qué eres tan flojo? El mismo día de despachar el certificado despachas carta simple.
En: -Cartas de amor de Gabriela Mistral.
Ese beso...

El agua acaricia tus labios,
Ser la brisa por tus mejillas.
La fresca hierba que caricia tus pies,
Ser el agua fresca que besa tus labios.
Déjame tus ojos de verde cielo,
Cultivarme como una flor en tu pelo.
Pido solo besar tus labios.
¿Sera Mayo?

Cada dia pasa un rayo de sol, amaneciendo entre las pupilas de mayo.
Deja que te atraviese...
Mezcla de sabores, colores y olores.
¿Porque esos sabores, olores y colores? Se inunda nuestra vida de estas tres palabras, que preferimos un sabor, un olor o un color en cada situación.
Mis tres momentos para estas tres palabras:
- Sabor, boca enjuagada con un beso tierno y sincero.
- Olor, la presencia de ti en un campo florecido.
- Color, esos ojos tan profundos que cambian con tu brillo.
Cada uno tenemos nuestras sensaciones con estas tres palabras. Habrá más momentos, pero por ahora me quedo yo con estas tres situaciones.
Para una amiga

"Mas sensato lo que sientes en verdad al mirar"
Hay tantas cosas para contar y tan poco tiempo.
Tantas por vivir, por sentir, por conocer.
Transito caminos nuevos, voy explorando con los ojos muy abiertos.